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ROMANCERO DEL CID

Espuelas llevan jinetas
y los frenos plateados.
Como son tan bien dispuestos,
parecen muy bien armados,
y por un repecho arriba
salen más recios que galgos,
y súbenlos á mirar
del real del rey don Sancho.
Desque á otra parte fueron
dieron vuelta á los caballos
y al cabo de una gran pieza
soberbios ansí han fablado:
—¿Tendredes dos para dos
caballeros castellanos
que puedan armas facer
con otros dos zamoranos
para daros á entender
no face el Rey como hidalgo
en quitar á doña Urraca
lo que su padre le ha dado?
Non queremos ser tenidos,
ni queremos ser honrados,
ni rey de nos faga cuenta,
ni conde nos ponga al lado,
si á los primeros encuentros
no los hemos derribado,
y siquiera salgan tres,
y siquiera salgan cuatro,
y siquiera salgan cinco,
salga siquiera el diablo,
con tal que no salga el Cid
ni ese noble rey don Sancho,
que lo habemos por señor,
y el Cid nos ha por hermanos:
de los otros caballeros
salgan los más esforzados.