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XXVI

M

orir vos queredes, padre,

sant Miguel vos haya el alma;
mandástedes vuestras tierras
á quien bien se os antojara.
Diste á don Sancho á Castilla,
Castilla la bien nombrada;
á don Alonso á León
y á don García á Vizcaya.
Á mí, porque soy mujer,
dejáisme desheredada.
Irme he yo por estas tierras
como una mujer errada,
de lo que ganar pudiere
haré bien por vuestra alma.—
Allí preguntara el Rey:
—¿Quién es esa que así habla?
Respondiera el Arzobispo:
—Vuestra hija doña Urraca.
—Calledes, hija, calledes,
no digades tal palabra,
que mujer que tal decía
meresce de ser quemada.