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XXIII

A

cababa el rey Fernando

de distribuir sus tierras
cercano para la muerte
que le amenaza de cerca,
cuando por la triste sala,
de negro luto cubierta,
la olvidada infanta Urraca
vertiendo lágrimas entra;
y viendo á su padre el Rey
con debida reverencia,
de hinojos ante la cama
la mano le pide y besa;
y después de haber mostrado
con tierno llanto sus quejas,
mostrando la voz humilde
así la Infanta se queja:
—Entre divinas y humanas
¿qué ley, padre, vos enseña
para mejorar los homes
desheredar á las fembras?