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Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aqui pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.
La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban
por el aire de poniente.
Angeles de largas trenzas
y corazones de aceite.
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