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ESTUDIOS ARAUCANOS
Kiñe təfachi s'aŋin kordiʎera-mo, feimo l'ai. | Uno en esa mitad de la cordillera, allí murió. |
Chi kumpan amopüi; epe t'ipafui chi küme mapu-mo; epe s'uméfui chi pu kordiʎera. | El compañero siguió caminando; casi habia salido a la tierra buena; casi habia pasado la cordillera. |
Ka pichi amol'e, kenzave l'apái lafúi. | Otro poco hubiera caminado, quien sabe no hubiera muerto. |
Féimo ka l'ai tichi went'u. | Allí tambien murió ese hombre. |
Ka təkul'el'-ŋəpüki mamel'. | Tambien se sigue a ponerle palos. |
11. Ka t'ipan-mo amoi fachi ka ke pu-ent'u. | 11. En el otro año fueron allá otros hombres. |
Feimo pepoufi chil'a; anül'ei chi l'a, ñi makun nün pərami pu fus'i; wüshkolefui; koyutui [1] fus'in təkuniefi chi monton mamel'; ket'al t'okipaifi mai chi mamel'; küimil'u fei fil' femfemŋí. | Asi llegaron a ver al muerto; estuvo sentado el muerto, su poncho levantó sobre la espalda; estaba doblado; calentó la espalda (donde) tenia hecho el monton de madera; ardiendo, pensaria, estaba la madera; estando alocado así todo fué hecho. |
Ŋeʎ'emfi [2] chi mamel', üyümal'u [3] ni ket'al t'okiwüpáyi mai. | Amontonó la madera, encendido su fuego pensaria pues. |
Peŋi təfi mai chi l'a, feimu təkul'el'ŋepüi chi mamel'; fil'went'u s'uni, winkaŋe pe ka təkupüi mamel'; ini no fem ŋen s'umepukelai [4]. | Visto fué allí pues el muerto, por eso se siguió a poner la madera; todo pasajero indio i tambien los españoles siguen a poner madera; quienquiera que sea no pasa sin hacerlo así. |
- ↑ F. covn quemar, covuñn calentar.
- ↑ F. gùlumn amontonar.
- ↑ H. 534, uimn incendere.
- ↑ Cox páj. 171: «Apénas salimos de la meseta, un cúmulo de ramas verdes nos llamó la atencion. Vimos a la jente que quebraba ramas i las echaba encima de esta especie de túmulo de hojas. Se nos dijo que allí descansaba un Pehuenche muerto helado en la cordillera, en compañía de otro que un poco mas abajo tiene su sepultura, Esos dos Pehuenches habian venido de la otra banda a buscar mujeres que les ayudasen a pasar con ménos trabajo el desierto de la vida i el desierto de la pampa. Viaje infructuoso; al volver fueron sorprendidos por la nieve i dejaron sus huesos en la cordillera. Lo que es la suerte: ápénas se sabe en dónde están las tumbas de uno que otro de esos grandes hombres de la historia, i aquí hai las de dos oscuros Pehuenches en las cuales se ponen continuamente flores i verduras. Miéntras dure el comercio de aguardientes, i miéntras pasen el boquete honrados traficantes yendo a llevar alcohol a los indios, eterna verdura coronará vuestras tumbas, i salvará del olvido el lugar en donde yacen los restos de dos desconocidos salvajes, i si un dia vuestra alma viene a revolotear encima de su antiguo forro, de los barriles de los comerciantes, la alcanzarán emanaciones perfumadas del licor que, como buenos indios, debisteis haber amado durante vuestra vida; la tierra os sea liviana......» El señor O. de Fischer, pasando la cordillera en el año pasado encontró todavía la misma costumbre aquí i en el Nühualtun.