os constituyó herederos y reyes del reino de los cielos, os hizo pobres de las cosas, pero os exaltó en virtudes. Esta sea vuestra porción... Adheridos totalmente a ella, no queráis tener ninguna otra cosa bajo el cielo por el nombre de nuestro Señor Jesucristo»[1]. Francisco amó principalmente la pobreza fue porque la consideraba como familiar de la Madre de Dios, y porque Cristo, en el leño de la cruz, la escogió no tanto como familiar sino como su esposa, aunque después despreciada por los hombres y muy amarga e infortunada para el mundo. Cuando Francisco pensaba estas cosas, solía llorar y dar grandes gemidos de manera que causaba admiración. ¿Quién no se conmueve con el espectáculo de este hombre insigne, que por su amor a la pobreza pareció, a los ojos de sus antiguos compañeros de diversión y de no pocos otros, haber perdido el juicio? ¿Quién no se conmueve al ver cómo después, tan gran amador de la pobreza asombra y desconcierta a los hombres de nuestro tiempo, incluso a aquellos que viven enteramente ajenos del entendimiento de y la práctica de la perfección evangélica? A todos ellos precedió Dante en su canto de los desposorios realizados entre Francisco y la pobreza[2], en el que no sabe uno qué admirar más, si la grandiosidad y elevación del pensamiento o la suavidad y hermosura del verso.
Ahora bien, el alto concepto y el amor generoso de la pobrezaque Francisco tenía en su mente y en su ánimo, no podía limitarse y circunscribirse solamente a la renuncia de los bienes externos. Porque, ¿quién puede alcanzar y profesar la verdadera pobreza a ejemplo de Cristo nuestro Señor, si no se hace pobre de espíritu y pequeño por medio de la virtud de la humildad? Conociendo muy bien eso nuestro Francisco, y sin separar nunca más en una virtud que en otra, las saluda a ambas calurosamente así: «Señora santa pobreza, Dios te salve con tu santa hermana la humildad... La santa pobreza confunde toda avidez, avaricia y cuidados de este mundo. La santa humildad confunde la soberbia y todos los honores de este mundo y todas las cosas que están en el mundo»[3].Y así, para retratar a Francisco con una sola palabra, el autor[a] del libro La Imitación de Cristo lo llama "el humilde"
- ↑ Aunque la mayoría de los estudiosos actuales consideran a Tomás de Kempis como autor de la [[w:Imitación de Cristo|Imitación de Cristo}, su autoría ha sido una cuestión discutida, quizá por este Pío XI, prefiere no dar el nombre del autor: cfr. en Wikipedia información sobre a quiénes se le ha atribuido su autoría.
- ↑ Regla de los Frailes Menores, c. 6.
- ↑ Dante, La Divina Comedia, El Paraíso, XI.
- ↑ San Francisco de Asis, Opusculo Salutatio virtutum