Página:Rimbaud - Une saison en enfer.djvu/46

Esta página ha sido corregida
EL RELÁMPAGO




¡El trabajo humano es la explosión que ilumina mi abismo de cuando en cuando!

«Nada es vanidad; en marcha hacia la ciencia, ¡y adelante!» grita el Eclesiastés moderno, lo que quiere decir Todo el mundo. Y sin embargo los cadáveres de los malvados y de los vagos caen sobre el corazón de los otros... ¡Ah, rápido, un poco más rápido!; allá, más allá de la noche, esas recompensas futuras, eternas... ¿podremos esquivarlas...?

—¿Qué puedo hacer yo? Conozco el trabajo; y la ciencia es demasiado lenta. Que la plegaria galope y que la luz retumbe... me parece bien. Es demasiado sencillo, y hace demasiado calor; de seguro continuarán sin mí. Yo tengo mi deber y me enorgulleceré del mismo modo que muchos, dejándolo de lado.

Mi vida está gastada. ¡Vamos! ¡Finjamos, vaguemos, oh piedad! Y existiremos divirtiéndonos, soñando con amores monstruosos y universos fantásticos, quejándonos y reclamando las apariencias del mundo, saltimbanqui, mendigo, artista, bandido,— ¡sacerdote! En mi cama de hospital, el intenso olor del incienso me ha vuelto a envolver; guardián de los aromas sagrados, confesor, mártir...