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Si el Anta no se clava con la fija, que permite tenerla suspendida en el agua, al ser muerta, se vá al fondo inmediatamente para volver á boyar recien al otro dia ya descompuesta, por eso es que nunca le tiran con bala, desde lejos, á no ser que se halle sobre la costa, ó en algún desplayado, de donde puedan extraerla despues fácilmente.

Los indios Caingüá cazan el Tapiro con cimbras de lazo que colocan en el carrero del animal.

Estas cimbras obedecen al principio de que los palos arqueados, una vez libres, vuelven á su posicion primitiva de un modo violento, y se hallan arregladas de manera que, pisando el animal, hace funcionar un aparato de escape que pone en juego la cimbra, enlazando generalmente de una de las manos al Anta, que queda parada sólo en tres pies, no pudiendo asi hacer mucha fuerza ni zafarse.

Los lazos de estas cimbras son hechos de la cáscara de las raíces aéreas del Güaimbé (Philodendron) y poseen una gran resistencia.

Otros indios hacen, en vez de cimbras, pozos cubiertos con ramas, etc., como trampas, alrededor de los barreros, para que las Antas, al venir á lamer el barro, caigan dentro de ellos, en donde son despues ultimadas. Otros tambien las rastrean entre el monte, con, ó sin perros, y asi las matan.

Entre los Caingüás, la muerte de un Anta es festejada hasta con bailes nocturnos que dá el feliz cazador, quien convida á todos los indios vecinos, los que participan de su carne, no sólo alli, sinó que tambien llevan parte para sus familias, si éstas no han asistido á la fiesta.

Para comer su carne emplean varios modos de asarla, siempre con cuero: unos la asan al aire libre sobre un buen monton de brasas, otros, en vez, la colocan sobre un pequeño zarzo de cincuenta centímetros de alto, con un gran fuego debajo, mientras que algunos, sobre todo los tupís kaingángue, la preparan del siguiente modo: cavan un pozo en el que hacen un gran fuego, colocando tambien piedras que calientan al rojo blanco; cuando este pozo está bien caliente, retiran el fuego, lo forran con hojas, colocando sobre éstas la carne con cuero, alternada con las piedras calientes. Luego echan más hojas y enseguida tapan el todo con tierra, allí la dejan varias horas, pasadas las cuales retiran la