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cíproca, debemos admitir tambien que los seres queridos que perdimos, volverán á aparecer en el mismo órden de su genealogía. Los miembros de la misma familia, pero que siguieron observando todas las leyes de la vida, recorrerán un nuevo ciclo de la evolucion, y al llegar en él á un punto dado, encontrarán ó, mejor dicho, volverán á procrear los mismos individuos que, por haber faltado á una de las leves de la vida, quedaron detenidos ó «condenados» á lo que la religion llama «el limbo ó infierno de los justos.»

Estos «condenados» han estado «esperando el santo advenimiento,» ósea su turno en el ciclo de la evolucion de la vida, y vuelven á entrar en él, completamente purgados del pecado, causa de su condenacion. El pecado cometido fué la falta de desarrollo de su plasma germinativo, por cuya falta murieron sin dejar sucesion. Pero como la familia ó, mas bien, los padres del nuevo organismo de que entran á formar parte, traen de abolengo un plasma germinativo excelente á toda prueba, será éste el único continuador de la nueva vida: será el «alma» que efectuará la «resurreccion de la carne, tomando los mismos cuerpos que ántes tenían.»

Es indudable que un organismo en el cual estén reunidas todas las aptitudes para asimilar, separadas hoy en los numerosos individuos que componen una familia, poseerá un poder suficiente para vencer todas las resistencias del medio. En este caso, la estructura de los antepasados, adquirida por y para la lucha por la vida, irá desapareciendo en los descendientes, por falta de uso, ó si no, el primer individuo de esa clase que aparezca, será, desde el principio, de una forma y estructura muy diferentes de las de los antepasados.

Esta hipótesis tal vez parecerá aventurada, principalmente á los que persistan en creerse fuera de las leyes generales de la vida. Pero son tantas y tan completas las transformaciones mas ó menos repentinas, que tienen lugar en las demás especies, que nada, absolutamente nada de extraño sería ocurriese esa en la humana. Al contrario, sería solamente un fenómeno tan comun y regular en los demas seres, como inesperado y de grandes consecuencias para nosotros. Se habrá llegado entonces á un estado comparable en todo y por todo á lo que la religion llama «el Paraíso celestial,» ó la gloria eterna.» Estaremos íntimamente unidos á los seres mas queridos en la pasada existencia. Habremos alcanzado nuestro mas bello ideal, «por la gracia de Dios» y en premio de nuestra moralidad y valor en la lucha de la vida. Compárese con esta la