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Segun la doctrina cristiana, hay dos «infiernos» distintos: «el limbo de los justos» y «el lugar de los condenados». Además, no es el cuerpo sino el alma, lo que «se condena»; es decir, no es el plasma personal, sinó el germinativo, el que desaparece para siempre de la faz de la tierra. Las leyes de la vida están perfectamente de acuerdo con estos dogmas religiosos.[1]

Todos sabemos que en la Naturaleza nada se crea y nada se pierde. Todo lo que aparece de nuevo, ó desaparece, no es, en realidad, sino cambios de forma de la materia: transformaciones de la fuerza universal y eterna.

Sabemos tambien que los infusorios se reproducen dividiéndose en dos que se separan completamente el uno del otro; pero á medida que la refecundacion va aumentando en ellos el amor, así tambien va estrechándose mas y mas la union de los hijos con los padres y entre sí, hasta que al fin todos vienen á quedar unidos, formando primero una familia y luego un solo individuo, tan diferente de un infusorio, que sin el conocimiento de las leyes de la vida, nadie sería capaz de descubrir el orígen de él.

Sabemos, además, que esa manera de verificarse la evolucion de la vida, no es exclusiva á los infusorios, sino comun á todos los animales. La sola diferencia consiste en que cuanto mas adelantados son, tanto mayor es el tiempo necesario para la acumulacion de la fuerza requerida para verificar el cambio ó transicion de una forma simple á otra compuesta. Por consiguiente, no siendo el Hombre una excepcion aberrante, sinó una de las especies comprendidas en el órden inalterable de las leyes de la vida, tambien debe ser él una forma de transicion, precursora de otra, compuesta de partes equivalentes cada una á un miembro individualizado de una familia.

Ahora bien; si admitimos la posibilidad de una reacumulacion de las particularidades individuales, separadas por la difusion re-

  1. Entre las leyes de la vida y los dogmas de la religion católica, relativos al infierno, hay sin embargo una disconformidad que el lector debe tener presente. Esta disconformidad proviene de que los tormentos del infierno católico son una innovacion hecha por los evangelistas; los cuales ignoraban por completo las leyes de la vida, cuyo conocimiento requiere cierta preparacion. El infierno del Antiguo Testamento, el shôél de los hebreos, significa simplemente la tumba, la region de la muerte, «el invisible estado de los muertos», etc. El mismo significado tiene la antigua palabra griega hadés, en la que fué traducion á esta lengua; pero ni en uno ni en otro idioma sugiere idea alguna respecto de la felicidad ó desdicha de los «condenados» ó que moran en el infierno eterna ó temporalmente.