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porque las creencias, como todo, caen en la estabilidad cuando les falta la suficiente fuerza propulsora. La intermitencia es un privilegio bionómico de los individuos y de los pueblos redimibles. La redencion consiste en la sustitucion de una creencia estable, por otra menos estable. Cristo fue un redentor cuya religion contenía el germen de su inestabilidad, en la multiplicabilidad indefinida de los «miembros de Dios.» Y es redentor todo el que coopera á la sustitucion de una creencia estable. Pero el verdadero redentor es El Zeloso; el mínimo comun divisor (véase Isaías, Cap. XLIII), que por medio de la fecundacion confiere al cerebro adámico mayor desarrollo y más perfecta estructura, á favor de la cual puede hacer observaciones más precisas y completas, ó sea más paralelas á la verdad.

Lo malo de los redentores en comision es que pretenden y aseguran decir toda la verdad, con lo cual viene á ser cada uno un nuevo ejemplar de la misma especie de la serpiente que tentó á «nuestro padre Adam.» Pero, como lo hemos visto al tratar de la intermitencia en el cambio de las formas, es una ley «divina» que el progreso no sea semejante á un plano inclinado, sino á una escalera, en cada uno de cuyos escalones permanecen por mas ó menos tiempo los individuos y los pueblos sugestionados por el último redentor. Para que el progreso fuese contínuo como un plano inclinado, seria necesario entenderse directamente con el verdadero redentor, con El Zeloso, estudiando sus leyes en la Naturaleza, y sin excluirnos de esas leyes, teniéndonos por seres sobrenaturales. Pero la difusion recíproca detiene ese progreso, encadenando á los adelantados con los atrasados, hasta una nueva redencion, la cual se verifica con gran escándalo de los retardatarios, porque sin escándalo no puede haber progreso.

El precepto de «honrar padre y madre, para poder vivir largos años que ha de dar el Señor Dios nuestro», se puede interpretar del modo siguiente: Evitad la difusion recíproca entre indivíduos inferiores por su rango bionómico, á fin de que no se trasmitan ni á vosotros ni á vuestros descendientes, ni sus creencias y conducta, ni sus inclinaciones ó cualidades contrarias á las leyes del progreso bionómico. Las creencias y la conducta bionómicamente malas pasan directamente de un individuo á otro, por medio de las relaciones sociales, principalmente entre los niños y jóvenes. Las malas inclinaciones se trasmiten á los descendientes en la union conyugal con un individuo de familia que por sus vicios bionómi-