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neracion grasosa, llamada riqueza. Si los que estudian la fisiología se sirvieran en sus investigaciones del antropismo invertido y del estudio de los animales inferiores, no sólo se descubriría mucho que todavía no se sabe de esa ciencia, sino tambien se vería que, bajo el punto de vista biológico, lo «moral» y lo «inmoral» no es sino adelantado ó atrasado, fisiológico ó patológico.

Así como la Tierra atrae los cuerpos de que está formada; que al mismo tiempo la Luna es atraída por la Tierra, ésta por el Sol, y el Sol con sus satélites, por un cuerpo central, desconocido para nosotros, así tambien los órganos del individuo, los miembros ó componentes de la familia, los de la sociedad, de los Estados y de la Humanidad, están todos sometidos á la misma ley de la atraccion, y tambien se atraen simultáneamente, pero en razon inversa de las distancias que los separan. Por eso me parece el socialismo una utopia del todo irrealizable mientras no se consiga reunir, por medio de una religion científica, los individuos de la nobleza bionómica, de familias distintas, y sacando de su «estabilidad por impulso excesivo» á los que tomaron al pie de la letra las metáforas infantiles de la religion sobrenatural. Pero sería necesario prescindir completamente de ese Sol bionómico ó gran parásito que se llama Estado, en el cual las ventosas de los parásitos están representadas por innumerables empleados, inútiles en una sociedad moral, y necesarios sólo donde predomina la plebe. Las constituciones escritas y todas las leyes artificiales son los supletorios preliminares de las leyes biológicas á que obedecen espontáneamente los individuos de la nobleza moral. Esa es, sin duda, la pesadilla de los anarquistas; brutal como son todas las verdades cuando empiezan á germinar en los individuos ignorantes de las leyes de la vida. Lo que los anarquistas pretenden establecer, sin saberlo, no es la anarquía (a, sin; [n, eufónico]; arche, autoridad), sino la autosinarquia (autos, por sí mismo; syn, union, armonía; arche, autoridad); ó sea el gobierno autónomo y armónico de todos los individuos que componen la sociedad, es decir, una etocracia: una Eutopia realizable, en vez de una Utopia imaginaria como las de Platon, Morus, Campanella y demás filomorfistas que no tomaron en cuenta los efectos de la difusion recíproca.

A la accion ó á la falta de la difusion reciproca deben los distintos pueblos su progreso ó su estabilidad. El «pecado de Adam» es original; y sería contínuo si las «redenciones» no lo hicieran intermitente con intérvalos de mayor ó menor duracion. Es original,