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dir de las formas y de su diversidad, pues ellas no sólo son una realidad y la base de todas las ciencias, sino que su realidad es tal, que las formas constituyen las propiedades esenciales de la materia; son lo inherente á la existencia, al atributo exclusivo del mínimo comun divisor, el cual crea todo «segun su especie», como el autor del Génesis llamó á las formas de sus vegetales y animales alegóricos.

La abstraccion que haremos del filomorfismo sólo debe ser mental, pero teniendo siempre presente la induccion por la cual estamos obligados á admitir la universalidad de la ley de la gradacion y sus consecuencias lógicas: la intermitencia del cambio de las formas y la unidad de la materia en la diversidad de las formas, ó, dicho en lenguaje infantil, la «omnipotencia del Dios único». Pero no tampoco del Dios figuradamente antropomorfo de Abraham y de Jacob, de cuyo cautiverio nos redimieron nuestro Señor Jesucristo ó sus discípulos, sino de ese Dios que Prout creyó haber encontrado en el Hidrógeno.

Para explicar mejor el origen real de las formas y lo artificial de las líneas de separacion, ó sea la cosmogonía de los tabiques, compararé al verdadero Dios, al mínimo comun divisor, con un comerciante, el cual hace todas sus operaciones mercantiles por medio de la balanza. La barra que forma los brazos de esta balanza, se halla siempre en equilibrio mas ó menos estable, pero no absoluto. Está siempre subiendo y bajando alternativamente con intérvalos de diversa duracion, porque apoya sobre una superficie cuya menor ó mayor amplitud, dá la estabilidad de la forma, y cada brazo ó extremidad de la barra, pierde ó recibe sin cesar y en cantidades desiguales, los variadísimos productos del mínimo comun divisor. Cuando el peso de éstos alcanza á sobrepasar el de los que se hallan en la opuesta extremidad de la barra, la que estaba arriba desciende, y un cambio completo de forma tiene lugar con mayor ó menor impulso y en condiciones que pueden hacerlo inapreciable á nuestra observacion.

Si el impulso recibido ha sido relativamente muy considerable, la forma del cuerpo ó sus propiedades serán llevadas á lo que llamaré estabilidad por impulso excesivo, y de la cual será sacado por otro impulso en sentido contrario al primero, ó por la presencia del mismo cuerpo, pero que no haya ultrapasado su forma de equilibrio, que lo subordina á su respectivo puesto en nuestras clasificaciones.