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Con todo lo cual, del ángulo inferior y del superior se formó la segunda equis.

9° Las leyes de la evolucion trajeron así mismo la convergencia verificada anteriormente, y descollaron los ávidos de credulidad, ó sea lo que se llamó lo árido ó seco.

10. Al elemento «árido» diósele el nombre de Tierra, y á los indiferentes reunidos el de Mares.

11. Lo más crédulo estaba llamado á dar muy variados frutos, cuyos gérmenes habrían de perpetuarse, y así ha sucedido.

12. La credulidad dió frutos de pequeño valor los unos, y de grande los otros, todos los cuales se han transmitido á los tiempos posteriores.

13. Y de los dos ángulos del diagrama de la evolucion, opuestos por el vértice, resultó la tercera equis.

14 á 19. La cuarta equis aparece entre las demás, como la equis de las lumbreras ó «héroes». «La lumbrera mayor» fué tal vez un dios euhemerístico, cuyo nombre es difícil de determinar, pero que Mamaremos Ammon, el Zeus (Júpiter) de los Griegos. «La menor» la de la noche, sería acaso algun caudillo, algun antiguo Juan Manuel Rosas, que dominó, sostenido por las masas ignorantes y por medio de «las estrellas», ó esbirros suyos; lumbreras en las tinieblas. Probablemente se hace alusion á los individuos que en aquella época descollaron sobre los demás, los unos por sus buenas cualidades, los otros por su barbarie.

20 á 23. Todo lo contrario de la precedente fué la quinta época. Los hombres vivieron en apacible calma, amenizada por multitud de poetas de todo género, que daban pábulo á la exaltada imaginacion de sus contemporáneos.

24 y 25. En la sexta época aparecen los hombres cuyas cualidades intelectuales y morales los asemejaban ya á animales de carga, ya á reptiles, ó á bestias feroces.

Para el autor del Génesis, los hombres eran, como lo son hoy, de tres clases bien distintas: ignorantes é indiferentes, ó «Peces» que viven en el elemento neutro; poetas ó «Aves» que vuelan y viven en el aire, y sabios ó «animales terrestres.» De estos, los mas inferiores eran asimilados á los Reptiles, por considerarlos tan bajos como esos seres que arrastran todo su cuerpo sobre la superficie de «lo árido ó seco».

26. Y por fin nacieron los hombres susceptibles de perfeccionamiento intelectual, y capaces de llegar, en su evolucion progresiva,