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tual de los pueblos meridionales ha sido mas precoz. En las latitudes setentrionales, por el contrario, los pueblos han conservado por mas tiempo, como conservan hoy, ese estado que llamamos infantil, durante el cual, el cerebro adquiere mayor desarrollo y poder, y con este, mayor aptitud para llegar mas arriba en su evolucion. De las continuas emigraciones é invasiones que en todas y de todas direcciones han tenido lugar en el Viejo Mundo, las efectuadas por los pueblos del Norte hácia el Sur, han sido de doble eficacia para el progreso intelectual. Primero, porque la convergencia de los dos elementos del progreso intelectual—actividad y poder, avidez é indiferencia—realizó, como realiza hoy, una verdadera fecundacion cerebral, y además, porque la mezcla de las ideas establece entre ellas la lucha por la existencia y el consiguiente triunfo de las más adecuadas.

La dificultad para distinguir entre los escasos y adulterados vestigios del saber antiguo, lo que en su orígen se dijo en sentido propio ó en el figurado, hace imposible el determinar el punto geográfico en donde tuvo lugar la convergencia y fecundacion del saber antiguo. Sin embargo, recordando lo que el sacerdote de Saïs dijo á Solon sobre la antigüedad del saber en Egipto, y las causas de su conservacion allí, se puede suponer fueron las corrientes que pasaron por ambas márgenes del Mar Negro, en direccion á la Persia, las que arrasaron la primitiva civilizacion.

El Génesis concuerda con la relacion del citado sacerdote. Segun ésta, los habitantes ilustrados de las ciudades fueron «arrastrados al mar por las corrientes de los rios ó torrentes de las aguas que se precipitaron del cielo». Los campesinos y pastores habitantes de las montañas, es decir, los conciudadanos de los sabios, fueron los que se salvaron. Segun el Génesis, «los herederos del pecado original», los recalcitrantes, perecieron ahogados por las aguas del «diluvio universal». El «Arca», construída y calafateada por Noé, ó sea la tradicion del saber, conservada y puesta bajo la forma de dogmas religiosos, fué la tabla de salvacion de todo lo que los descendientes de «Adam», los sabios, encerraron en aquella Arca. Pasado el diluvio, fué recogido por los hombres más eminentes por su amor al saber, es decir por «la alta montaña» puesto que Ararat ó Arartu, en lengua Caldea, significa «la alta montaña». (El Parnaso de los Griegos).

El sacerdote egipcio y los editores del Génesis nos dan una idea muy poco favorable de las tradiciones. Segun ellos todo cuanto la