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del individuo: la femenina de asimilar y la masculina de desasimilar. La primera tiene á sus órdenes el sistema nervioso del gran simpático; la segunda el del cerebro-espinal. Ambas están ligadas entre sí de una manera sumamente curiosa, y existen entre ellas relaciones recíprocas, y tan intimas, que la falta de actividad de la una exagera la de la otra, y vice-versa.

Las funciones del gran simpático son las de la señora de la casa, que tiene las llaves de la despensa, va al mercado, hace la comida y la distribuye en toda la familia, así como tambien mantiene todo en orden, ventila, lava, barre y arroja las aguas y basuras á la calle. Las funciones del cerebro-espinal son las mismas del esposo: todas ellas se relacionan con los asuntos de fuera de casa; pero ambos cónyugues viven juntos, comen de la misma comida, duermen en el mismo lecho y tienen muchos hijos.

Á la facultad del plasma personal, de desarrollarse convirtiendo lo asimilado en moléculas de su mismo tipo y desasimilarlas despues, es á lo que los metafísicos llaman «las facultades del alma».

El plasma germinativo, el más pequeño, lleva la única y más característica de las diferencias sexuales: la de asimilar ó la de desasimilar, y su especializacion en individuos distintos determina la separacion de los sexos en individuos distintos. Pero, sea femenino ó masculino, no empieza á desarrollarse sino más tarde, y entra en actividad funcional á medida que el plasma somático, ó sea el individuo formado por él, disminuye su crecimiento. En nosotros, esta disminucion empieza, por término medio, hácia los quince años de edad.

El diagrama de la evolucion dá una idea bastante clara del desarrollo del plasma personal y nos revela un hecho muy curioso respecto del plasma germinativo, á saber: que se ha invertido completamente el significado de la sexualidad de las células reproductoras, considerando masculinas á las más fuertemente femeninas, y vice-versa.

Fig. 26.