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tores no perecen sobre las montañas, los habitantes de vuestras ciudades son arrastrados al mar por la corriente de los rios; pero en este país, ni entónces ni en ninguna época, se precipitan jamás de lo alto sobre las campañas; al contrario, la Naturaleza ha querido que ellas nos vengan de las profundidades de la tierra.»

¡Extraña preferencia por los hombres ilustrados, y rara aversion á los ríos, las de las aguas de esos diluvios! Y, ¿qué pensar de esos torrentes del cielo», que serían «desastre y peste mortífera» para los sedientos egipcios, y que inundan las cumbres de las montañas, antes que los valles?

Las oscuras tradiciones de la antigüedad, estudiadas bajo una base racional, ofrecen muy valiosos datos para confirmar las ideas expuestas sobre la analogía de la forma y evolucion de la credulidad, con la forma y evolucion de una planta de ramificacion lateral unípara, y por consiguiente, para poder trazar su forma, descubrir lo que falta de su historia y prever su porvenir.

Esas tradiciones se han conservado principalmente en las mitologías, con especialidad en el Génesis; y si á pesar del sentido figurado en que fueron escritas, y de las numerosas y considerables alteraciones hechas posteriormente, las estudiamos bajo la base de que la humanidad obedece fatalmente á las leyes inconscientes de la vida, nuestras deducciones pueden ser del todo legítimas.

Si digo que la humanidad obedece fatalmente á las leyes de la vida, no es porque niegue yo el libre albedrío. Comparando al hombre, al individuo, con un tramway que vá por tortuosa vía, el libre albedrío desempeña el mismo papel del cochero: su accion se reduce á apretar y soltar el freno, si bien puede muchas veces hacer descarrilar el vehículo. Pero, respecto de la humanidad, la accion aislada de la voluntad individual es del todo insuficiente para detener ó acelerar su marcha, ni desviarla del camino trazado por las leyes inmutables de la Naturaleza. Sabemos que la lluvia nos moja, y para eludir artificialmente esa ley, construimos los techos para abrigarnos. Es una ley que afecta á cada uno de los individuos y por eso cada uno la descubre y la elude fácil é inmediatamente. Pero la evolucion completa de la credulidad, verificándose en toda la humanidad, la accion aislada de la voluntad individual es nula para eludirla. Además, siendo tan lento el desarrollo de la credulidad, la ley que rige su evolucion no se ha dejado ver en el corto trascurso de los tiempos históricos, y sólo por medio