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conocimientos necesarios para no dejar sino aquellos vacíos que sólo la razon podrá llenar.

Voy, pues, tan sólo á descubrir la piedra fundamental de esa téoría, removiendo los granos—de arena—que la ocultan, y colocando únicamente los guijarros encontrados dentro de la arena. En una palabra, sólo estableceré el principio y agregaré las pruebas más importantes.

Lo que me propongo demostrar, ó, por lo menos, sostener, es lo siguiente:

1° Que los dogmas de la religion católica son las interpretaciones subjetivas y femeniles, preliminares y equivalentes, de las concepciones objetivas, varoniles y científicas, referentes á las leyes de la vida.

2° Que estas interpretaciones han sido científicamente corroboradas por los que conocieron aquellas leyes, mucho tiempo ha, y las enseñaron como religion moral. De modo que, entre la religion católica y las leyes de la vida ó Bionomia, existe fundamental concordancia, por haber sido bien conocidas estas leyes y científicamente enseñadas por los sábios de una antigüedad muy remota, y luego trasmitidas por tradicion hasta Jesús, el último de los iniciados (Véase San Mateo, Cap. II, vers. 14 y 15).

3° Que en la religion se hallan las leyes de la vida intencionalmente encubiertas bajo un lenguaje alegórico, por los sábios que fundaron la primitiva religion; habiendo ciertas fuerzas accesorias alterado parcialmente la concordancia entre ambas. Pero que estas alteraciones se descubren y explican á medida que se adquiere el conocimiento de las leyes inalterables de la vida y de su evolucion.

4° y último. Que, como consecuencia de lo expuesto, las leyes de la vida se deben enseñar en el lenguaje alegórico de la religion al bello sexo y demás individuos femeniles; en el científico sólo á los varoniles.

En la Naturaleza existe un órden universal y de una exactitud absoluta en todo. Este órden universal y absoluto, léjos de conducir al fatalismo, es de tal naturaleza, que todas las fuerzas desempeñan su papel y tienen una parte mas ó menos activa y directa en todos los fenómenos y en sus múltiples modalidades. El nombre que mejor le corresponde es el de órden resultantela divina providencia», de la religion), y, para hacerlo comprender mejor, voy á poner un ejemplo muy sencillo, pero que, por su misma sen­-