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causa del asesinato legal de Cristo, la de su deificacion y del mal éxito de sus nobles propósitos.

Existen otras dificultades, además de las ya expuestas, respecto de los nombres de los maestros, de los discípulos y de los pueblos antiguos que deben ponerse en la símpode. Lo figurado del lenguaje de los sabios antiguos, debido en gran parte á la falta de términos más adecuados y técnicos, tanto concretos como abstractos; la ignorancia de los llamados discípulos, y principalmente los repetidos cambios hechos á los nombres de los personajes más notables, por los tan distintos y mezclados pueblos y por los terribles etimologistas, han traído la confusion y las causas de error, borrando casi todo cuanto podría indicarnos la relacion que ha existido entre las ramas y el tallo de la símpode. Por ejemplo, sin tomar por base de nuestras hipótesis, la semejanza fundamental de todas las evoluciones, ¿cómo podríamos tener certeza de que Noé se llamó tambien Deucalion y Xisutros; Matusalen (Matusael) Amenpsinos; Henoc, Evedorancos, etc., etc? Noé se llamó además Nouah (la providencia), Nisrok y Shalmanou (el salvador), «el guia inteligente, el maestro de las ciencias, de la gloria, de la vida». El Jacob é Israel de la Biblia, se asemeja tanto al Zoroastro del Avesta, que indudablemente son uno mismo.

Los obstáculos mencionados nos hacen aparecer el progreso de las ideas como formando una línea continua en vez de una símpode. Para nosotros, hoy, los datos suministrados por la arqueología y las historias más ó menos figuradas y confusas de algunos pueblos antiguos, tales como los caldeos, egipcios, persas, etc., son los que sirven de base suficiente para fundar las opiniones respecto del máximum de adelanto intelectual y filosófico á que debe haberse alcanzado allende el horizonte de la Historia. Es una base muy poco segura; porque casi todo cuanto se ha conservado de esas remotas civilizaciones, no es el tallo ó la oculta ciencia de esos tiempos, sino lo relativo á la industria, á las guerras, costumbres y creencias de las ramas laterales; es decir, de los decadentes y degenerados discípulos de los sabios que formaron el tallo de la símpode, hasta los tiempos históricos. A estos individuos que forman el tallo de la símpode, y no á los Judíos, es á quienes les corresponde por derecho el honroso título de «hijos de Israel» ó de el que lucha con Dios.

El sentido usual de la palabra progreso, y principalmente la ignorancia notoria de nuestros antepasados, nos ha acostumbrado á