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siempre un dios superior á los demás: un Júpiter, por lo menos. El Cristianismo, eminentemente monoteísta por su orígen, muy pronto degeneró en politeísta. Primero, con la introduccion de los «misterios» (metáforas) de la «Santísima Trinidad» y de la «Encarnacion», y luego con la de los numerosos intercesores, abogados y patronos de ambos sexos. El brahamanismo tampoco es hoy la primitiva religion de Brahama, sino la de los brahamanes, los cuales no adoran ya á Brahm, el «Dios supremo», sino á Brahama, y ni tampoco á éste, sino á Vischnú y á Siva; lo mismo que el cristianismo no es la religion de Cristo sino la de los cristianos, quienes no adoran á Jehová, sino al Krischna del Mahabharata cristiano, ó Nuevo Testamento y á la Trimurti con sus adláteres. Los Egipcios tenían un solo Dios, el cual, decían, «crea sus propios miembros que son los dioses»; y eran tan increíblemente numerosos, que, segun Maspero, se diría, al ver en Egipto tantas representaciones sagradas, que aquel país estaba habitado sólo por dioses, y no tenía hombres sino justamente los indispensables para las necesidades del culto. Los sabios ó sacerdotes estaban incluidos en ese inmenso número de dioses ó «miembros de Dios». Los iniciados eran llamados hijos de sabio ó de dios.

La etimología de la palabra dios es una prueba de su orígen euhemerístico y de que significaba sabio, hombre ilustrado, ilustre, luciente, que da luz, etc. «El védico Diaus, el Zeus de Homero (beocio Deus) el Jovis, Diespiter, Júpiter latinos; Janus» (famoso historiador y profeta) «Juno, Diana, Dius, el Diewas lituanio y estavo, el Tiu y el Tir germánicos y escandinavos, todos proceden de un doble radical que tiene el significado de luz.» Nosotros podríamos llamar á los sabios fotosforos (phos, luz; phoro, yo llevo) ó luciferes, que como los daêvas del zend, son los ministros de Ahrimanes. En este caso, nuestros descendientes de una civilizacion muy remota creerían que hoy adoramos el Sol ó los demonios, siendo así que no adoramos ni al Creador, sino tan solo á la única criatura adorable.

En el Exodo y los Salmos, se llama Elohim á Dios, á los dioses, á los reyes, príncipes, magistrados ó personajes de distincion; é hijos de Dios al pueblo de Israel, á Moisés, á David, á Salomon, etc. A Cristo se le llamó, ó se llamó él mismo, «hijo único de Dios» porque efectivamente era él el único y verdadero «hijo de Dios», en el sentido correcto aunque anticuado de la expresion. La ignorancia de todo lo dicho al respecto, fué, entre otras muchas, la