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pequeñas y las hojas. Las flores y semillas no están representadas, porque aún no ha empezado á desarrollarse su equivalente en la evolucion de la fé. En el nacimiento de cada rama, pongo el nombre de cada uno de los reformadores: el del más conspicuo ó bullicioso; y en las ramas, los de las mitologías de sus respectivos «discípulos» ó exageradores de las doctrinas del maestro. Los internodios del tallo representan los observadores silenciosos de la Naturaleza; los verdaderos padres de la Ciencia.

Ellos son los guias de ese pueblo elegido con que «El Eterno» hace alianzas y saca del diluvio, con Noé; de Ur de los caldeos, con Abram; de la cisterna de Dothain, con Joseph; del Faraon de Egipto, con Moisés; del Escriba de Jerusalen, con Cristo, y, por último, del Papa de Roma, con Voltaire.

Como se debe suponer, no es posible acertar con exactitud en la eleccion de los nombres que deben figurar como los de los verdaderos iniciadores de cada una de las ramas superiores. Las dificultades para ello proceden de que no es uno solo, sino muchos, los que tienen una parte importante en las reformas. La accion del más conspicuo se reduce á iniciar el movimiento de una fuerza que ya estaba á punto de desarrollarse en los demás cerebros. Así, por ejemplo, no es posible decir si el Cristianismo se debe á Jesús, el menos cristiano de los cristianos, á sus predecesores, ó á sus titulados discípulos ó sucesores (San Pablo, por ejemplo), y si el evolucionismo fue fundado por Lamarck ó por algun otro de sus numerosos predecesores evolucionistas. Lo indudable es que una idea nueva puede ser rechazada con indignacion, ó aceptada como sublime, segun que sea prematura ú oportuna. Cristo y Lamarck, escarnecidos por sus contemporáneos, fueron objeto de una apoteósis ó de merecidos honores algunos años más tarde. La superioridad de los grandes hombres es relativa. Heródoto y Euhémero estaban muy cerca de la verdad al asegurar que los antiguos dioses eran hombres divinizados; su error consistía en no tener presente las divinidades que deben su existencia á la mitomanía antropomorfística. Otros, exagerando lo contrario, no quieren ver los dioses euhemerísticos. De la una y de la otra de estas exageraciones unilaterales procede el desconocimiento de las leyes del desarrollo de las teogénesis.

Observando las teogonías y las religiones, sin ideas preconcebidas, se verá que hay antagonismo y accion alternativa entre el monoteísmo y el politeísmo, y la mezcla de ambos hace que ninguna sea ni monoteísta ni politeísta pura. Aun en las politeístas, hay