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ó menos fundamento. La mujer, por el contrario, es mas indiferente, se inclina siempre á conservar las creencias ó explicaciones que se le han dado, y conserva hasta esos caractéres infantiles, encanto del sexo de barro; es apacible, estacionaria por prudencia, por temor de extraviarse en un vacío desconsolador, que en realidad no existe.

Muchos hombres hay, es cierto, que, por su timidez é inaccion intelectual, pertenecen completamente al sexo femenino; mientras en otros, el sexo masculino está bastante y áun del todo caracterizado. Respecto de estos últimos, puede decirse que el niño, del cual me he servido para figurar la evolucion de las creencias religiosas, ha adelantado mucho en la linea O♂V', ha eliminado mucho, muchísimo, todo.... á excepcion de lo mas viejo, mas arraigado y mas contrario hoy al progreso intelectual y moral: le queda aún su íntimo y exagerado amor propio. Este sentimiento le induce á creerse—no en teoría, pero sí en la práctica—un ser aparte en la Naturaleza, una creacion especial y monstruosa, un tipo aberrante, en una palabra.

Haciendo á un lado las ideas emanadas de ese verdadero «pecado original» y universal, llamado amor propio, y mediante el método gráfico, veamos cuáles son las consecuencias del desconocimiento de las diferencias sexuales de la mente.

El bello sexo, ó, para comprender tambien á los hombres femeniles, los individuos del lado ♀, tienen sus creencias religiosas, que de generacion en generacion se conservan desde tiempo inmemorial, y, por consiguiente, la línea recorrida por ellos es muy larga.

El hombre varonil, por el contrario, ha continuado avanzando en la direccion ♂ y alejándose de O y más y más de O♀V. Ambos sexos están, pues, á gran distancia el uno del otro.

¿Se creerá posible, acaso, invertir el órden natural, haciendo retroceder á los femeniles hasta el punto O, de completa ignorancia é indiferencia religiosa, ó sea de equilibrio inestable respecto á esta clase de creencias, para de allí traerlos al punto á que la evolucion nos ha llevado á nosotros en direccion opuesta? ¿Se creerá posible, si no, arrancarlos de donde se hallan y hacerles dar un salto violento hasta el extremo opuesto á su credulidad?

Se me dirá tal vez que la dificultad se reduce á darles la enseñanza ó saber de que carecen. Pero medíteselo bien; véase la distancia que hay entre las creencias femeniles y subjetivas, llamadas religion, y las varoniles y objetivas, llamadas ciencia; ó hágase