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llegado á aquel estado de postracion porque Siam no estaba suelto.

En 1889, el 12 de Julio, llegaron estos animales de Hamburgo, de donde fueron enviados por el Sr. Carlos Hagenbeck, á quien los compró el Sr. Francisco Seeber, cuando se encontraba en París, pocos meses antes—y siendo ya Intendente nombrado.

Llegaron bien; pero al descargar las cajas en la Estacion Palermo, los peones tuvieron un descuido, la caja de Neán se deslizó con rapidez, y, al tocar el suelo, se volcó sobre un costado. En los primeros dias sufrió un poco; pero nunca pude saber con seguridad si era á causa del golpe, ó del frío, como que estábamos en pleno Invierno, y el galpon no era muy abrigado. Después quedó perfectamente. A los dos meses, el cornac me dijo que Neán estaba «muy enferma.» Yo no le encontré nada particular. Entónces agregó que él conocía el remedio y que consistía en darle afrecho empapado en rom ó en cognac. Busqué de lo mejor, un V. O. capaz de curar cualquier cosa, y entregué la botella al cornac. Al dia siguiente me dijo que Neán estaba mejor, pero nó sana—y noté que él estaba muy enfermo.—«Bien, si mañana Neán no está curada, sin cognac, pasado mañana Vd. sale del Jardín.» La cura fué radical al otro dia. Desde entónces la salud de los Elefantes fué en aumento. Crecían y se desarrollaban de un modo sensible. Así pasaron hasta fines del 89, 90 y 91, pero en Marzo de 1892 resolví sacarlos del Jardin viejo y traerlos al nuevo—en primer lugar, porque la mayor parte de la coleccion ya había pasado á éste, y, en segundo, porque creía conveniente el cambio de local, llevándolos á otro mas seco y mas aereado. Hacía tres ó cuatro meses que Neán había empezado á enflaquecer, y llegó á tal extremo que no es exajerado decir que el cuero descansaba sobre el esqueleto, siendo necesario hacer paradas cada 30 ó 40 metros, en los 1500 que distaba el nuevo domicilio—tanto era lo que se cansaba. Una vez reinstalados en su galpon del Jardin Zoológico actual, ordené se dejara pasear á Nean, suelta, dos veces al dia, y cada vez dos horas. Esto era en Marzo del 92. El terreno estaba lleno de yerbas relativamente altas, de modo que el animal las recogía con facilidad y las comía con gusto. Se le aumentó la ración de pan, se le consintieron algunas golosinas, y, á las pocas semanas, recuperaba las carnes perdidas, lo mismo que la fuerza. Con excepcion del menor tamaño, por la edad y por el sexo, Neán quedó tan bien como Siam.

Animal en extremo dócil y manso, se pudo dejar libre en el galpon, sin mas obstáculo que una barra movible de madera de la baranda que los separaba del público. Las horas de paseo no se suprimieron