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Revista
del
Jardin Zoológico
de
Buenos Ayres.

Tomo I, entr. 3, Marzo 15 de 1893.


NEÁN.




LA ELEFANTE DEL JARDIN ZOOLÓGICO.




Al entrar en el Jardin Zoológico en la mañana del 28 de Enero, y antes de la inspeccion diaria, pregunté en la forma habitual, á uno de los empleados superiores: «¿Hay novedad?»—«La Elefanta está enferma»—se me contestó. Dirigíme al galpon de la pareja, y observé que Neán estaba echada sobre su flanco izquierdo.

Eran las 9 a m. Hacia 5 horas que no se levantaba,—habiéndose acostado á las 4 a.m. según me dijo el guardian. ¿Qué tenía?

Esta pregunta, muy natural para un médico, suponía lo fuera de igual modo, despues, para un veterinario.

¿Habría en Buenos Ayres un veterinario capaz de curar un Elefante enfermo? No. Es decir, nó uno que estuviese en mejores condiciones que un médico, por la circunstancia de tratarse de una especie que nuestra civilizacion occidental no incluye entre los animales domésticos de su clínica.

Pero ¿qué tenía Neán?

El lector ha comprendido que mi atencion se dedicó en el acto al diagnóstico, y, después de un primer exámen, dije: Adinamia.

En conciencia, Adinamia no es un diagnóstico, es simplemente una palabra griega que viene del privativo a, sin, y dynamos, fuerza—es decir, sin fuerza. En efecto, Neán carecía casi completamente de ella.

Su aspecto era el de una persona (discúlpeseme el lenguaje, en esta y en otras ocasiones)—su aspecto, decía, era el de una persona