tiones y denticion fáciles, y no he observado una oclusion proporcionalmente prematura de las fontanelas. Es claro que un niño tiene suficiente con medio gramo al dia, y aun menos, porque su desarrollo específico es mucho mas lento que el de un Leon ó el de un Jaguar. ¡Cuántos muchachos raquíticos deberían volverse por algun tiempo Pumas para ser sometidos al régimen del Jardin Zoológico!
La clínica humana sacará ó no provecho de estos datos. Mi objeto primordial, por ahora, se refiere á la clínica con barrotes de hierro, en la que ofrece algun peligro tomar la temperatura de un interesante párvulo, cuya mamá, Leona de Berbería, ó Jaguar del Chaco, ingrata á las solicitudes de un Galeno, puede expresar sus emociones maternas con un zarpazo ó un mordiscon feroz—y cuyas caricias felinas, al lamer las orejas de los chicos, les sacan sangre de las mismas.
Un caso de asesinato entre Cardenales — En casa de mis padres hay una pajarera donde viven juntos varios Cardenales, los que me entretengo en observar todos los dias, y á distintas horas, haciendo así un paréntesis á mis ocupaciones habituales.
Los Cardenales que habitaban en comunidad en dicha pajarera, en el momento de esta observacion, eran cinco: tres machos y dos hembras.