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CARTA

SOBRE LOS HECHIZOS QUE EL CONDE DE OLIVARES
DIO AL REY DON FELIPE IV.


Al Sr. Director de la Revista de España.

Dice V., amigo mio, que, como caso de hechicería, ninguno puede compararse al que acaeció en los últimos años del siglo XVII, y nos envolvió en una de las guerras más largas y sangrientas de que queda memoria, y digo yo que, como brujería y aun por los males que causó á España, es quizá más memorable otro caso ocurrido muy á principios del mismo siglo.

Que la hechicería es cosa que puede tocarse y experimentarse en el mundo, ni V. ni yo lo ponemos en duda, por ser ambos naturalmente crédulos y dóciles, sino que, como además somos piadosos, creemos con Pico de la Mirandola que la mágia no nace de la verdad, sino que es obra del diablo, por lo cual el P. Feijóo, el Pico español del siglo XVIII, llama enfermedad demoniaca la que se padece bajo la influencia ó con sospecha de maleficio. V. sabe que, para conseguir este, es necesario celebrar pacto con el demonio, tácito ú expreso, como dicen que lo celebró el famoso Marqués de Villena, que aun está encerrado en una redoma, y del cual se cuenta que se dejaba rascar en la frente por el propio Lucifer: ángel del mal que se aparece generalmente bajo la forma de un macho cabrio ó cabron, como el Padre del Rio demostró ámpliamente en sus investigaciones ó disquisiciones mágicas, publicadas hacia el año de 1599. No ha faltado con todo quien ha obligado y compelido al diablo, en vez de tratar con él amistosamente, haciéndole jurar por algun nombre divino ó celestial, como lo practicaba Fray Antonio Alvarez Argüelles, Vicario del convento de religiosas dominicas recoletas que, con la invocacion de la