nuestra historia, no como si se tratase de una nacion viva, sino de un pueblo muerto; y que en no pocos, aun en medio del entusiasmo propio de todo autor por el asunto que elige, se nota á menudo el prurito de rebajarnos. Sirva de ejemplo la Historia de Don Pedro el Cruel de Mérimée. Sin duda que fué aquel reinado uno de los peores momentos de nuestra historia ; el estado social de España era entonces espantoso; pero ni era mejor el de Francia, ni aunque entonces lo fuera, se puede colegir de ello nuestra constante y enorme inferioridad con respecto á dicha nación [1]. Conviene repetir asimismo que todos los trabajos sobre España, ó favorables ó justos, han sido poco leidos, y en nada han modificado el mal concepto en que nos tiene el vulgo de las naciones extrañas, y comprendo en el vulgo á casi todos los hombres, salvo unos cuantos eruditos, aficionados á nuestras cosas.
El apotegma de que Africa empieza en los Pirineos corre muy valido por toda Europa. Increible parece la ignorancia cómun de cuánto fuimos y de cuánto somos. Cualquiera que haya estado algun tiempo fuera de España podrá decir lo que le preguntan ó lo que dicen acerca de su pais. A mí me han preguntado los extranjeros si en España se cazan leones; á mi me han explicado lo que es el té, suponiendo que no le habia tomado ni visto nunca; y conmigo se han lamentado personas ilustradas de que el traje nacional, ó dígase el vestido de majo, no se lleve ya á los besamanos, ni á otras ceremonias solemnes, y de que no bailemos todos el bolero, el fandango y la cachucha. Difícil es disuadir á la mitad de los habitantes de Europa de que casi todas nuestras mujeres fuman y de que muchas llevan un puñal en la liga. Las alabanzas que hacen de nosotros suelen ser tan raras y tan grotescas que suenan como injurias ó como burlas. Nuestra sobriedad es proverbial; con una naranja tenemos para alimentarnos un dia. No es ménos proverbial la fierté castillane, esto es, nuestra vanidad cómica. A fin de que un viajero sea bien recibido aquí, conviene que vaya exclamando siempre, y este consejo se ha dado por escrito en libro de gran
- ↑ Aunque en los Discursos leidos ante la Real Academia de la Historia en la pública recepcion de D. Francisco Javier de Salas, más bien se prueba sutileza de ingenio en los autores que no bondad ni virtud en el malvado feroz que se llamó Pedro I de Castilla, todavía queda demostrado de nuevo, aunque de paso, que no eran entonces mejores que los reyes y pueblos de España otros reyes y otros pueblos.