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QUE HOY SE FORMA DE ESPAÑA.

extingue, aunque se eclipsa. La civilizacion y el poderío de la Gran Bretaña, de Francia ó de Alemania, parecen efímeros , parecen inferiorísimos por la intensidad y por la duracion, comparados con los de Grecia é Italia. Los historiadores ponen la caida de estas naciones en el punto en que juzgan más conveniente, pero con más arbitrariedad que justicia. Incurren en el error de quien creyese muerta la crisálida que va á trasformarse en mariposa, pasando, por medio de un letargo, á una vida mejor, más fecunda y más brillante. Para Grote, por ejemplo, acaba Grecia cuando se somete al macedon Alejandro, y, con todo, Grecia y su espíritu se difun- den entonces por el Asia hasta la Bactriana y la India: la civilizacion griega se extiende sobre las orillas del Nilo y del Eufrates; brilla en Alejandría hasta la muerte de Hipatia, y resplandece, con el cristianismo, en el saber de los Santos Padres, hasta el quinto ó sexto siglo de nuestra era. El imperio bizantino , infamado con el título de bajo, combate, resiste, se defiende durante otros seis ó siete siglos más, contra el furioso aluvion y contínua avenida de los bárbaros de Oriente y Occidente; contra los persas, los godos, los hunnos, los búlgaros, los rusos y los cruzados, y contra el islamismo pujante, el cual se extiende por toda el Asia y por el Norte de África y por España , y amenaza varias veces, á pesar de Cárlos Martel y de Carlo-Magno, salvar los Pirineos y clavar su bandera victoriosa en la nevada cima de los Alpes. El imperio bizantino, el bajo imperio, los griegos resisten, no obstante, y no solo salvan y custodian la civilizacion, sino que la difunden entre esos mismos pueblos que contra él combaten[1]. Rusia y otras naciones reciben de manos de Grecia agonizante la religion y la civilizacion. Esta vitalidad y este vigor del bajo imperio se manifiestan en unos siglos, en que el brio de los pueblos, convertidos por donde quiera en un tropel de esclavos, hacen tan fáciles las conquistas, que un puñado de aventureros audaces basta á domeñar razas enteras, á volcar grandes y poderosos imperios, y á sujetar naciones populosas, antes y despues reputadas de muy guerreras y hasta de indomables. Doce ó catorce mil hombrea bastaron á Taric para apoderarse de España; ménos acaso empleó más tarde Guillermo el Bastardo en la conquista de Inglaterra: y unos cuantos normandos sujetaron con no menor facilidadla isla de Sicilia. Así, pues, lo que


  1. Muralt, Chronographie byzantine.
TOMO I.
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