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DE LA IMPRENTA EN FRANCIA

moderna con la antigua. En la Cámara de los Pares acababa de tomar asiento el Duque de Broglie, en quien compite la elevación de la inteligencia con la del carácter, y al lado de estos, otros oradores célebres, que no tenemos espacio para enumerar, tomaban brillante parte en contiendas qué hacen honor al sistema parlamentario y á la inteligencia humana. En sus informes y discursos con motivo de la ley de 17 de Abril, quedaron de tal suerte elaboradas y esclarecidas las doctrinas liberales sobre materias de imprenta, que si después han sido alteradas en la práctica varias veces, para volver al camino conveniente siempre es preciso buscar y seguir las huellas de aquellos verdaderos doctores del sistema constitucional. Acaso en ningún tiempo se habia hablado de ellos y de la ley que fué obra suya con tanto elogio y frecuencia como en los recientes debates del Cuerpo legislativo.

Con la ley á que nos referimos, ó más bien con las tres leyes diversas que concurrían á formar como un solo cuerpo, quedaron determinadas las condiciones y limites prudentes de la libertad de escribir. Fueron sus puntos cardinales la definición clara y precisa de los delitos que, sin ser especiales de la imprenta, de ella se sirven como instrumento; y la facultad de articular prueba de cualquier género en caso de difamación, no contra personas privadas, sino contra funcionarios públicos. Quedó aceptada, además, la jurisdicción del jurado para estos delitos de imprenta cuando ofrezcan carácter político. Para que la responsabilidad se determinase, y las penas pecuniarias pudiesen con seguridad cumplirse, fué necesario exigir el doble requisito de los editores y los depósitos. De leyes que hayan sido cumplidas en Francia, esta ha sido la más liberal, según opinión unánime, habiéndose conformado con ella, en las prescripciones esenciales, en parte la de 1828, y más completamente la de 1830. No siempre permiten las circunstancias la aplicación de todos sus principios, y hoy mismo, al cabo de cincuenta años retroceden estadistas liberales ante el temor que inspira la práctica de algunos de ellos. En las naciones del continente ha sido diversas veces copiada, aunque por lo común con mayores restricciones, y sin duda dejarla de ser obra humana si no se prestase á mejoras y enmiendas; pero en lo esencial, la experiencia acredita que cuando se traspasan aquellos linderos, dando un rodeo por los extravíos de la licencia pronto se vuelve á los inconvenientes de la arbitrariedad.