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dió al rey D. Felipe IV.

DIÓ AL REY FELIPE IV. 2009 TRADsejos, pidiéndole que se alentase á ir á ver al Presidente, aunque fuese en una silla, para tratar de la soltura de aquella mujer que le hacia falta al Conde y á S. M. el Rey. En suma, amigo mio, tan grave y arriesgado fué el caso, que el Presidente, que era Comendador de Leon, si mal no recuerdo, por no resolverle, dejó la Presidencia y se fué al desierto.

Corrian, entre tanto, voces extrañas respecto de la Leonor, y muchos contaban que por órden de D. Gaspar hechizó en la misma prision unos listones de los zapatos y un lienzo de narices, y con este hechizo logró el Conde quitársela al alcalde Cárdenas. Yo nunca he creido en esta mentira grosera, pues si es cierto que la sacó el Conde de Olivares, fué valiéndose del Presidente de Castilla, el Cardenal Trejo, y este del alcalde D. Juan de Quiñones, que la envió al Corregidor de Segovia con órden de que la favoreciese.

Cuanto le refiero á V., amigo mio, se funda, como dejo dicho, en la misma relacion hecha por Cárdenas. No sé si se ha publicado antes con esta minuciosidad; háyase publicado ó no, yo quiero rerecordarla, porque prueba que si realmente el Rey D. Felipe no estuvo hechizado, mediaron hechizos; que esta fué opinion general y muy abonada en la córte y entre el vulgo; y que á ella aluden aquellos versos ó coplas con que se celebró la caida del Conde de Olivares, y aparecieron á la mañana siguiente de esta caida en las puertas de palacio: .

"El dia de San Antonio Se hicieron milagros dos; Pues empezó á reinar Dios, Y del Rey se echó al demonio." Lo que no me explico es, cómo habiendo mediado todo esto, y teniendo enemigos tan considerables dentro del mismo palacio, el Conde de Olivares, no se trató de arrancar el maleficio, ó mejor dicho, hechizo, de la persona que se suponia posesa, y no se empleó, siquiera como preservativo, algun exorcismo, ó por lo menos, un simple conjuro, mandando salir al diablo; con lo cual creo yo que se hubiera puesto remedio á tantos males, y no hubiésemos perdido el Portugal, ni hubiera ensangrentado el suelo de España el levantamiento de los catalanes contra su Rey y señor natural.

De todas maneras (y aquí déjeme V. que le dé un abrazo), ya ve V. que hemos adelantado; pues antes los Príncipes y los grandes, TOMO I.