ES PAGINAS INMORTALES
no para Goyenecho,—antes y después de Vileapujio y de Viluma, la conducta irreprochable de las pa- ceñas excede á toda ponderación.
La crueldad de aquellos monstruos capitaneados por el Virrey Abascal, y que la Mistoria conoce con los nombres de Nicto, Ricafort, Landivar, Tacón, Aguilera, Marcó, Goyeneche, Ramírez y Sánchez Tái- ma,—casi todos Tamosós Gobernadores por sus des- gobiernos y tropelías,-—llegó hasta el punto de ofre- cer á los ojos de las desventuradas paceñas los pal- pitantes miembros de los amados de su corazón, obligándolas á que acompañaran su bárbaro triun- fo, mientras los paseaban clavados en largas picks por las calles ensangrentadas de La Paz!
Que espectáculo más horripilante!
Y sin embargo, en aquellos días inacabables de hu- to y desolación, aunque observadas en sus menores Inovimientos y vejadas Á cada paso por los merce- narios del feroz Ricafort, ellas supieron mabtener- se siempre firmes, siempre fucrtes eomo la mujer del Evangelio,
En ellos, como en los de prosperidad, y fieles á sus principios, hicieron los últimos esfuerzos, ya para restablecer el simulacro de la Patria, ya para aplacar las iras de esos tigres sedientos de sangre «ue los gobernaban,
Y cuán sublime la abnegación de las paceñas! Con uma mano remitían secretamente auxilios 4 los patriotas; con la otra, prodigaban oro Á los enemi- gos pura salvar de la venganza á sus conciudadanos.
Aun después de la evacuación del Alto Perú por el grueso del ejército independiente, tuvieron valor de mantener eomnnicación con los vencidos y con-
tinuar contribuyendo á su reorganización, pues eo-