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ARENGA CONMOVEDORA s

vuestras madres, vuestras hijas y esposas, se aba- tan por más tiempo ante esos extranjeros tan orgu- Mosos y, embargo, tan ignorantes de los ¿o.cs de la libertad ?

“Xa! Yo leo en vuestras varonilos TOxtros que 6s- determinados á sacudir para simopre i0:1 hm millante yugo,

“En cuanto á nosotr po hnbrá sacrificio que no hagamos gustosas: mientras los tiranos Ocupen un sólo palmo dee nuestro país, nada nos distraerá de los medios de salvarlo, Aquí están nuestras al hajas, las preudus de nuestro amar, ¿Podremos aca. so emplearlas mejor que en vosotros misinos? Si val- véis vencedores, ¿Ho os eontenta rob nuestras virtudes? Si sñis vencidos, ¿habrá amerieata que quiera adornarse para agradar á los exterminadores de sus compatriotas? Puro, al desprendernos de yos- otros, ¿no renunciamos á tolo,,.?

“Corred, pues, á las armas! Id y mostrad en el campo de batalla, hasta dejar sellada con sangre vuestra libertad y la nuestra, que sóis los defenso- ves de nuestros hogares y de nuestros derechos, los defensores de la inocente América, sus dignos hi-










Si fuere necesario eooperaremos nosotras tam- bién con el fusil a) hombro, con el sable eo la mano En vuestra uuseucia tejeremos guirnaldas con «que orlar vuestras valientes sienes; cuidaremos de los enfermos y heridos; trabajaremos para vuestra subsistencia y la de los huérfanos que dejéis á nues- tro cargo.

    • ¡Marchad, y volved victoriosos!”

Una salva de aplausos tan expontánea como jus-