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só PAGINAS INMORTALES

se de castigo que el enemigo intlingía. Todo lo ha- cían con gusto. por la sola satisfacción de ser útiles á la cansa de la independencia.

Por medio de una suscripción lograron reunir un completo y magnífico servicio para el hospital; las delicadas manos de las más ilustres mendocinas pre- paraban las hilas, los vendajes, ete.; las madres de familia pudientes, confundidas con las de más hu- milde clase, erogaban donativos cuantiosos para la manutención, el aseo y aun las comodidades del ejér- ¿ito libertador.

Y mientras los artesanos, los jornaleros, encerra- dos durante dos años en la Maestranza, confeccio- naban á vación y sin sueldo todos los pertrechos de guerra necesarios, sus casas habíanse transformado en talleres donde sus esposas, hijas ó hermanas, (0- siau gratuitamente las camisas y demás ropa para los soldados dle ejército tan numeroso,

¡Qué humanidad no manifestaron á los emigra- dos de Chile, y más tarde á los prisioneros de gue- rra españoles! ¡Lástima que no sobreviva alguno si- quiera para que cerlificase la generosa compasión con que fueron tratados por las sensibles mendori- nas!

Entre las señoras que más se acreditaron por sus virtudes cívicas, merecen particular mención las de Jorvalán, Corrca, Ortiz, Godoy, Alvarez, Ferrari, Molina, Villanueya, y muy especialmente la esposa del Libertador, Doñín María de los Remedios Esca- Jada de San Martín, quién no solo tuvo la gloria de Mlevar el nombre de uno de los más esclarecidos (e- Merales de América, sinó que dió á4 las demás seño- ras el noble ejemplo de donar sus aderezos de dia-