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vu PAGINAS INMORTALES

vertido en llumas sus hogares y reducidos sus bie- ses á ceniza, sentíase orguilosa en este sacrificio, repitiendo sin cesar: ¡Viva la República! ¡Muera cl usurpador!...

Días después de tan sangriento episodio, la titu- lila emperatriz Carlota sintiendo conmoverse sus maternales entrañas, despachó á uno de los merce- narios de Maxinúliane con tres mil pesos del tesoro, para que los veparticse centre los infelices de Zitá- Cuadro,

Esta feliz eircunstancia vino á poner de relieve un hecha «digno de figurar eu los anales de la anti- gua Esparta,

La primera víctima que hizo comparecer á su presencia el emisario de la emperatriz, fué Doña Francisca A. de Isazaga, vinda y madre de nume- rosa familia que había quedado reducida á la más lastimosa Iniserta,

--Señora,—la dijo, ereyendo buena la oportuni- ded de dar comienzo á la magnanimidad imperial, —conozeo vuestra aflijente situación por referencias de vecinos, y como «uiero ofreceros los medios de aliviarla siquiera temporariamente, en nombre de mi augusta soberana, la emperatriz de “México, 08 invito á extender un recibo por la cantidad que ercais necesaria,

La dignísima ratrona entonces, con la modestia propia de la virtud y sin altanería, pero con acento severo, contestó:

-—Señor: yo no puedo aceptar ni un óbolo de la limosna que me ofrecéis, por que creo que mi digni- dad y mi honra de hija de Zitácuaro, padecerían en ello. Estoy en la miseria, es verdad; mis hijos eare-