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UNA VICTIMA ILUSTRE 1

ustériles: el emisario de Doúa Aguela fué tomado preso por algunos renlistas en los arrabales de San- tiago, y obligado por la fuerza ú declurar conjnn- tamente con Doña Juana, rontesó de plano,

Convencida ésti también de hnber escrito varias veces 4 aquel Genoral por ordea de su señura 1 alre, el Presidente Mareó decreíá esta infame sen- lencia: al pie de la Rorca que debía alzarse pura vjscutar á la señora Monasterio, se cortoría la mie nu derecha á su hija, antes de colgar á la madre, eu presencia suya.

Estaba la horca puesta para ejoontarla nl día si- gujente, cuando empezaron 4 Teee las primeras noticias de wma posible victoria ebtenida por los patriotas.

Así era en efecto: San Martín acababa de ob- tener un glorioso triunfo sobre los realistas en la cuesta de Chacabuco (12 de Febrero de 1817), y esta importante acción de armas libró á estas dos víctimas de ser inmoladas de nn modo tan cruel y bárbaro, si bien no las libró de la muerto, pues la Señora Monasterio murió al poco tiempo á conse- cuencia de enfermedades contraídas en las malsa- nas prisiones á que la condujeron sus generosos sentimientos,

Pero si la Señora Monasterio era notable por su acendrado patriotismo, no lo era menos por su ea: vidad y amor maternal. Inspirada por el tierno (a. riño que profesaba á sus hijos, corrió á la plaza de Armas ten luego como oyó las primeras desear. gas del motin de Figueroa (1.* de Abril de 1811) para cerciorarse de sí había sucedido algo á su hi- jo Francisco de Paula, niño entonces, y á quien