alguna vez — y la sola posibilidad constituye ya un gravísimo peligro — caiga en manos inexpertas ó venales, como sucede alguna vez, por desgracia, en la gran república norte-americana.
Preciso es adoptar un sistema medio. La intervención absoluta del Estado, como la ejercía el gobierno de Buenos Aires en su Universidad, es perniciosa ; como también lo fué la excesiva que se permitió el gobierno de la Confederación cuando en 1 86 1, con motivo de la elección de rector de la Universidad de Córdoba, derogó y modificó gran número de los artículos del reglamento orgánico universitario. De ahí que la autonomía universitaria sea también imprescindible. Y en este terreno puede decirse que de ha hecho ya mucho entre nosotros .
La Universidad de Buenos Aires, como la de Córdoba, llevaban ambas una vida en extremo precaria.
La Universidad Mayor de San Carlos, hoy nacional de Córdoba, era la más antigua del Río de la
Plata, y si se exceptúa la de Lima, fundada en 1551, podría decirse que de la América del Sud. Fundada por los jesuitas en 161 3, confirmada por el papa Gregorio XV, en su bula de 8 de agosto de 1621, reorganizada en 1664, recién en 1800 recibió la