número sólo una tercera pane termina sus cursos superiores ! Y aquellos pocos que ingresan á las Universidades lo hacen con la base de sus primeros estudios mal hechos, y con la fatiga indiferente que causa la inmensa variedad de materias de las que no es á la verdad posible conocer sino la superficie, para brillar en unos pocos minutos de examen, simulando poseer serios y sólidos conocimientos. Todo esto es, pues, un falso miraje.
Resulta, además, otro grave inconveniente. Losque con amor se dedican á la ruda pero fecunda tarea de la enseñanza, necesitan armarse de extraordinario coraje para afrontar esta situación : verdad es que el profesorado es una vocación, y que si en esa carrera erizada de dificultades el desaliento suele ser frecuente, también es grande el legítimo orgullo de haber podido contribuir á formar la ilustración délas generaciones siguientes : — ahí está la ambición del verdadero profesor, ahí también su recompensa. Pe- ro estos son la excepción y no hay sino leer los informes de los rectores de los colegios nacionales, para ver repetida en todos los tonos la sempiterna queja de que el cuerpo de profesores está mal compuesto, causa que influye en el decaimiento del nivel intelectual del colegio. Y como la instrucción superior no ofrece restricción alguna de edad, — cosa que sucede,