lámpara, - ó más bien dicho, sin imaginarse la posible necesidad de semejantes establecimientos. Claro está : al poco andar, sin saber por qué, hubo que cerrar varias de esas Escuelas ; que dejar tirados por el suelo costosísimos instrumentos técnicos — que habían costado un dineral — abandonado á su triste hado, lujosos edificios y bien organizadas quintas, para que, con el andar del tiempo, se señalaran esas ruinas como convincente prueba de la existencia de poca prudencia administrativa. Y las raras Escuelas técnicas que aún subsisten llevan una vida tan en- fermiza y tan precaria, que pronto morirán de inanición, en medio de la indiferencia del publicó, para el cuál podrá quizá desacreditarse tan benéficas instituciones, ¿No es acaso lamentable que todo un Ministro diga al Congreso que hay Escuelas técnicas que tienen 6 asignaturas, 3 profesores y 2 alumnos ?... ¡ Dos alumnos, en toda una Escuela de Ingeniería ! Eso se llama malgastar el dinero del pueblo, despilfarrar el tesoro común ! Con lealtad debe, sinembargo, confesarse que estos tristes resultados no son la culpa de los que de la materia se han ocupado anteriormente entre nosotros, pues más bien provienen del exceso de celo y del enceguecimiento de patriotismo. No hay tampoco que olvidar que nada es tan fácil como criticar, cuando la
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RESEÑAS Y CRÍTICAS