ceptuado, pues, á Mendilaharzu, tenemos en el Salón á Balleriní, Caraffa, Della Valle, Rodríguez Etchart, Schiaffino y Sivori. Es la verdadera pléyade artística argentina y puede decirse que, salvo contadas excepciones, muchos de ellos han merecido recibir del Gobierno estipendios para ayudar á costear su educación técnica en Europa. Pero esa intervención oficial ha parado ahí, dejando la obra á mitad de camino, y mereciendo que se censure tal sistema de estipendios si no ha de obedecer á un plan lógico, porque de lo contrario sería un milagro que no se convirtiera en un simple favoritismo, más ó menos inteligente, pero no por eso más justificado.
El método de los estipendios no es el conveniente, por lo menos en su forma absoluta y exclusiva : puede servir para perfeccionar, pero no debe emplearse para formar. Ciertamente, principio quieren las cosas y cuando se trata de echar las bases de una pintura nacional, no había otro temperamento sino el de los estipendios para poder obtener un núcleo de artistas argentinos. Pero hoy que dicho núcleo existe es indispensable utilizarlo, y proseguir la obra iniciada ya con tanto éxito. Si queremos tener pintura nacional — para concretar una cuestión que en realidad es la del arte nacional y de la educación artística correlativa — es el momento de que nos ocu-