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LA ÓPERA ITALIANA EN BUENOS AIRES 367

poco es al lado de la profunda música alemana : — alguien ha pretendido que la profusión de arias y de cavatinas denota sólo la melodía superGcial, pues la diñcultad máxima está en expresar los huracanes tremendos de las pasiones desencadenadas i como los tiernísimos sentimientos idílicos del alma, por medio de esas admirables combinaciones de instrumen- tos que hacen pensar involuntariamente en el cielo, cuando se escuchan sus acentos desgarradores á veces, conmovedores siempre. Así, sin mencionar Tanh&u- ser ó á Tristan und Isolde del gran revolucionario musical, cuando se ha conocido y apreciado el teatro clásico alemán, aparecen descoloridos y confusos los recuerdos de Norma ó de Ruy Blas ; los valses de Giroflé-Giroflá ó las canciones de la Marina.

De ahí que se explique cómo diletantes porteños, admirando extraordinariamente á Meyerbeer, prefie- ren el Roberto el Diablo al Profeta ; en esta última ópera, hay realmente falta de arias y de cavatinas : apenas si admiran el sublime arioso de Pides.

La ópera italiana que tanto seduce al dilentantismo bonaerense, es decir, la de Rossini, Bellini y Doni- zetti, está á punto de ser preferida por la de Verdi, Meyerbeer ó Gounod. Estos son los compositores cuyas obras se suceden siempre en Colon: los otros, lo ocupan sólo por intervalos.