Tiempo es ya de que abordemos el fondo del asunto. Descartados los incidentes, nos encontramos, pues, con un caso estudiado á la manera de Bourget, ana- lizado con esa minuciosidad cruel que no perdona un detalle, que parece querer ensañarse en el dolor, que clava el puñal en la herida y lo mueve y lo remueve para destrozar hasta los últimos ligamentos!
Pero Gamboa olvida á Bourget cuando se complace en seguir y perseguir hasta las emociones más inci- dentales, y dejándose llevar de la pasión del análisis, todo lo quiere aclarar, lo incluye todo, lo principal como lo secundario; tanto, que á las veces esto hace perder un poco de vista á aquello. Tal sucede en una selva tropical en la cual las lianas trepadoras y vis- tosas, los helechos brillantes é invasores, la vegetación parasitaria no igualada aún en la tierra, cubre á la postre los árboles mismos, y hace desaparecer, por lo menos empequeñecer, á los gigantes de las selvas.
Ciertamente el autor tiene derecho á rechazar esta observación, por lo menos en su tendencia crítica, porque á la postre, ¿qué otra cosa ha hecho el gran- de, el incomparable Balzac, en su legendario Lys dans