na, y en este concepto merece ser saludada con aplau-
so, y pedir al autor dé pronto una nueva muestra de
su ingenio, pues si la distancia entre León Saldivar
y La cruz de la falta es inmensa, lógico es suponer
que este progreso constante se irá acentuando, y que
la literatura argentina tendrá esa rara avis de que
por tanto tiempo ha carecido : un genuino novelista
nacional.
En este concepto y sin incurrir en la exageración, podrían tenderse al novelista con ambas manos los lirios de que hablaba el poeta antiguo. Echeverría, en alguno de sus escritos, ha dicho con profunda verdad: " La poesía entre nosotros aún no ha llegado á ad- quirir el influjo y prepotencia moral que tuvo en la antigüedad y que hoy goza entre las cultas naciones europeas; preciso es, si quiere conquistarla, que aparezca revestida de un carácter propio y original, y que reflejando los colores de la naturaleza física que nos rodea,' sea á la vez el cuadro vivo de nuestras costumbres, y la expresión más elevada de las ideas dominantes, de los sentimientos y pasiones que na- cen del choque inmediato de nuestros intereses so- ciales, y en cuya esfera se mueve nuestra cultura in- telectual. Sólo así, campeando libre de los lazos de toda extraña influencia, nuestra poesía llegará á os- tentarse sublime como los Andes; peregrina, her-