fesar que era desgraciada en su nuevo estado", de ahí que "su actitud de lánguida indiferencia no se alteró, y cuando se la vio por primera vez en el pú- blico, todos notaron su aire tranquilo de felicidad sa- tisfecha". "Cada cual se replegó en sí mismo, aban- donándose á sus gustos, preocupados de guardar las apariencias".
Y he ahí cómo Lucía se transforma radicalmente : en téte-á-téte permanente con un ebrio, lo oculta á todo el mundo, simula felicidad, viste elegantemen- te y corre tras el renombre mundanal de ser la belle of the season. Qué voluntad, qué perseverancia, qué energía, tan diñcilmente sospechables en la joven del "corazoncito de avellana"!
Huye el marido perseguido por Aline, y Lucía re- fugiada en casa de sus padres, sigue como tal cosa, siempre con su 'lánguida indiferencia"...
Hemos visto ya, por otra parte, cómo curó León de su pasión.
Tal es el cuadro principal de la novela. Como epi- sodios secundarios hay muchísimos notables y de perfecta ley.