es necesario haber sufrido también para juzgar y comprender ciertas páginas que pasan desapercibi- das á los ojos de la generalidad. Los años traen con- sigo esa ventaja dolorosa, pero á veces el sufrimiento se antepone á la edad.
Fortuna grande es no adelantarse al tiempo en es- tas materias, y gozar de la juventud antes que venga la edad madura, con su cortejo de pasiones y de do- lores.
El autor de este libro se encuentra ahora en plena primavera de la vida y goza de los mil privilegios de la edad florida, que desaparece demasiado pronto. Que prolongue su feliz juventud largos años todavía! que su corazón lata generoso al calor de los más no- bies sentimientos, y que su alma no se marchite al soplo de las pasiones malsanas y al contacto abra- sador de los dolores y pesares de este mundo !
De ahí que en esta novela se nota con cuánta frui- ción nos inicia en el estado de espíritu de León, desde que se hizo hombre, asumiendo la respon- sabilidad de sus deberes como hijo de viuda, que en- vejece mucho antes que los otros", entregándose de lleno al estudio severo : era sin embargo un cora- zón sencillo, con sus visos de indiferente y sus ribe- tes de romántico, una amalgama curiosa de bondad y de fiereza, de candida credulidad y de obcecada