turaleza humana, dice con razón: en medio de los
calores de enero, cuando cada uno de vuestros poros
filtra lentamente y restituye á una devorante atmós-
fera las limonadas heladas que habéis bebido de un
solo trago, ¿habéis sentido jamás ese foco de coraje,
ese vigor del pensamiento, esa energía completa que
hacían vuestra existencia tan fácil y tan dulce algu-
nos meses antes? El argumento no admite réplica :
la influencia que el medio atmosférico ejerce sobre el
hombre mejor templado es indiscutible, y el verano
es realmente enervante.
Oh! El invierno es la única época en que vive el hombre; es recién entonces que su físico adquiere ese vigor y esa virilidad que lo caracterizan, y sólo entonces también su espíritu se desenvuelve satisfe- cho, y brilla y produce, por lo menos, con el grand” amore, que tanto ha proclamado el poeta.
... Y bien! Ocantos ha descrito con notas justísi- mas el encanto sui-generis del verano bonaerense, y esas páginas de León Saldivar son de las más intere- santes del libro.