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ADOLFO MITRE 273

rar bañar su espíritu en la severa á la par que armo- niosa, robusta y sana concepción de la vida ; logran- do enamorar, vencer y aprisionar con abrazo viril esa sombra indócil evocada del reino de las sombras, como la Elena del Fausto; y hacer brotar de su seno eternamente fecundo frutos de perfecta madurez y hermosura, que no sólo regalan y deleitan sino que nutren y vigorizan el espíritu, imponiéndole rítmica y ordenada disciplina !

IV

El rasgo principal de Mitre fué, sin duda, su preclaro amor del arte, en su acepción más abso- luta : era en esto un verdadero sectario, y esta cali- fícación honrosa le corresponde tanto más cuanto que es la piedra de toque de los verdaderamente iniciados.

Su educación literaria, metódica y profunda, re- quería, para ser completa, la contemplación de las obras maestras de otras edades, y que sólo había po- dido apreciar al través de reproducciones siempre pálidas. Su supremo deseo era, pues, completar esa faz de su espíritu, — é hizo el viaje de Italia como

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