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ADOLFO MITRE


pero lo tomó M™* Stáel dando igual valor á lo im- portante y á lo mediocre.

De lo demás, del movimiento inglés é italiano, apenas se perciben rastros sin importancia. Además, ese mismo romanticismo francés trasmitido á Es- paña, y engendrando á Rivas, Zorrilla y Espron- eeda — . para no mencionar sino lo más sobresaliente — parece natural que desde antes del año 40 hu- biera debido tener repercusión inmensa en el mundo de habla castellana.

Pues .bien, — nada de eso había repercutido seria- mente, en su faz literaria pura, en la ciudad que ha dado en llamarse la Atenas del Plata. Porque, cuando Echeverría regresó de Francia á Buenos Ai- res, á mediados del año 30, la doctrina romántica que él dio á conocer y en cuyo espíritu escribió sus versos, repercutió en esta sociedad más por razones político-sociales que de escuela y teoría literarias. Echeverría era un pensador notable: se había for- mado en largos años de residencia en París, estu- diando las ciencias físico-naturales y las sociales ; su generoso ideal era el de reformador social, nutrido de las ideas de la escuela liberal francesa de aquella época. Su obra capital es el DogmOr Socialista, y su transformación en el "dulce ruiseñor de los Consue- los " se debió al estado anómalo en que encontró á