De ahí también que hoy los verscs más expontá- neos como los más elaborados, son apreciados por un público reducido que forma algo como la cohorte de fieles de una de las tantas pequeñas iglesias, que nacen y prosperan cuando la religión general pierde su autoridad y su influencia.
A ese género pertenece especialmente la parte del libro que Mitre denomina Intimas y Cuerdas flojas. En ese himno dedicado al amor que absorbió su ju- ventud, el pocta ha encontrado sus acentos más dulces y más tiernos. Su inspiración es eminentemente sub- jetiva, pero hace vibrar el alma del lector, sobre todo cuando éste se encuentra en esa época encantadora de la vida, en la cual amá el corazón con toda la ple— nitud de las fuerzas juveniles; el poeta ha expresado con rara elocuencia ese estado de espíritu, y dado forma gráfica á sus esperanzas Ó á sus presenti- mientos. La historia de ese amor, reflejada en aque- llas páginas, forma un conjunto tan armónico pero tan íntimo, que la crítica trepida en analizar una á una las diversas composiciones. En ellas, por otra parte, no se canta á la Venus Citérea, sino se deifica á Eros: nose busque allí los acentos de la pasión de- sordenada y terrible de los habituados de la rue du Doyenné, sino el amor casto y puro. Cosa rara! Es en esta parte de su obra que el poeta parece obedecer