dando para sí sus versos, cuyo perfume, mejor que nadie comprendía, se hubiera evaporado al lanzar- los á la atmósfera letal de un público entregado con febriciente ardor á la tarea de su desarrollo material y á la acumulación de la riqueza. Pero aún cuando el pensador hubiera absorbido al poeta, ciertamente su poderoso temperamento poético no le hubiera aban- donado jamás, manifestándose al través de las dis- quisiciones más serias de cualesquiera otros estu- dios.
Por otra parte, dado el carácter de exigencia im- prescindible que tienen en nuestra época los estu- dios científicos, el caso de Mitre es el de todos los jóvenes llegados á cierta altura, pues el numen poé- tico es una deidad caprichosa y delicada, cuyo pudor no puede soportar el hálito desapiadado del análisis y de la ciencia.
Además, puede quizá aseverarse que el lirismo en nuestra época es sólo un período de transición en la vida de los poetas. Cantar á la amada, á la flor, á las estrellas, á los bosques y al mar, es cosa que viene la humanidad oyendo en variaciones infinitamente re- petidas y fatalmente similares desde el comienzo de los siglos. La difusión maravillosa del libro en este siglo ha hecho penetrar en todas las capas sociales esas modulaciones siempre iguales, y el lector con-