traño, inverosímil, fantástico ó antitético. Poé y Hawthorne han sido probablemente autores favori- tos del que ha escrito El hombre de piedra, La bote- lla de champagne, De un mundo d otro y la fíts- torta de un paraguas. Baudelaire ciertamente es también un poeta favorito del autor de Gris, El gnomo, y de la conclusión de La tentación A veces parece que la sombra de Gautier ó Paul de Saint- Víctor hubiera impulsado al autor á escribir artícu- los como El ave de Zeus. Otras veces se revela el ob- servador joven y alegre, como en Mosquito; y tra- tando de ridiculizar, aunque algo exageradamente, las costumbres de ciertos barrios bonaerenses^ cQmo en Cómo viven, La tentación y en Estela. Otras, ha sabido emocionar al lector, como en las páginas de la Ultima escena; ha dejado vagar su imaginación, como en Ibraim y El viejo Hullos; ó se ha compla- cido en escribir sencillamente una página literaria, como en Moon-light.
En todos estos diversos artículos, el señor Monsalve se revela estilista verdadero y demuestra que hay en él tela para un futuro novelista. La mayor parte de sus cuentos son, es cierto, algo artificiales, pues el tema ha sido rebuscado, como en El hombre de pie- dra y De un mundo d otro. Pero en aquéllos en que ha observado á su alrededor y tratado de describir